EL VALOR DE NUESTRA ABEJA DENTRO DEL ECOSISTEMA

La sociedad mundial tiene la responsabilidad indelegable de salvaguardar la biodiversidad de nuestro planeta. Esa oportunidad de colaborar en su protección no depende exclusivamente de los gobiernos, ya que en nuestras manos se encuentra el primer paso.

Nuestras amigas las abejas son mucho más que unos simples insectos que producen miel, en realidad son las encargadas de polinizar la mayoría de la flora y de mantener viva la vegetación de todo el planeta. Durante esa incansable tarea de recolección de néctar y polen de cada flor, es cuando se produce el proceso de fecundación de esas plantas, contribuyendo posteriormente a la germinación del fruto. Pero factores como el actual cambio climático, las plagas invasoras, los pesticidas industriales o la deforestación, intervienen en el exterminio, sin escrúpulos, de nuestras insustituibles abejas.

El cambio climático y en consecuencia la fusión de las estaciones climáticas, altera el funcionamiento biológico de la abeja, desorientándolas durante su proceso de reproducción, provocando a su vez una desestructuración organizativa que pone en grave peligro su subsistencia.

Entre las plagas invasoras derivadas de la globalización podemos destacar algunas como: la “varroa destructor”, un ácaro que llegó a la Península hace 35 años y que se alimenta del tejido graso de la abeja, afectando a su sistema inmunológico hasta provocar la muerte del enjambre; o la reciente “vespa velutina”, que antes de la invernada ataca de forma voraz a nuestras obreras mutilándolas para aprovechar únicamente su torax.

Por si todo esto fuese poco, los pesticidas industriales que, incongruentemente, tratan de favorecer a los cultivos matando al insecto más polinizador, y la deforestación provocada por las construcciones urbanas y los incendios forestales, que devoran toda la fauna y flora que se encuentran a su paso, son dos consecuencias más del daño que está provocando la desaparición constante de nuestras abejas.

Según estudios recientes, una abeja para recolectar un kilo de miel debería visitar más de 4 millones de flores y recorrer 4 veces el perímetro de la corteza terrestre, deduciendo que las abejas contribuyen al 80% de la polinización mundial. Su tarea polinizadora ayuda a la continuidad productiva de los cultivos vegetales que sin esta acción, el mundo vegetal junto con su fauna, estarían en grave peligro de extinción.

Con todo ello podemos concluir que, la disminución año tras año de nuestras abejas está provocada exclusivamente por la acción del hombre y que, el futuro de nuestras abejas y en consecuencia del ecosistema de nuestro planeta, es responsabilidad exclusivamente nuestra.

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